Era una persona muy agradable, me gustaba el hecho
de que él hubiera defendido su sueño a tal punto de dejar a su familia, si mi
padre no me hubiera apoyado yo creo que no hubiera seguido mi sueño,
abandonarlo es la única cosa que jamás podría hacer.
Fue un día largo, en cuestión a la escuela, al
salir del salón Daniel estaba en la puerta esperándome, lo vi, pase a su lado y
lo ignore, sabía que era de mala educación pero la hipocresía nunca se me ha
dado bien, el me siguió me tomo por el brazo, me jalo y me beso, no supe que
hacer, me tomo por sorpresa, así que le regrese el beso, fue más bien un
impulso, un estúpido impulso, cuando reaccione de lo que estaba pasando lo
empuje me di la vuelta y salí corriendo, esta vez no me siguió.
Al llegar a mi casa subí corriendo a mi habitación,
me recosté en la cama y me solté a llorar, era algo tonto pero me sentía usada,
un día me hacía sentir parte de su vida, me hacía sentir especial, al otro
besaba a otra chica a la cual supuestamente no quería para después besarme a
mí, no entendía que demonios pasaba por su cabeza. Estaba llorando peor que
Magdalena cuando tocaron a la puerta de mi habitación, era una de la señora que
hacia el aseo, pregunto que si podía entrar, me seque las lágrimas lo más
rápido posible, no quería que nadie me viera así, se disculpó por la molestia y
me dijo que había un chico en la sala que preguntaba por mí, le pregunte que
quien era y me dijo que no le había dicho su nombre, solamente le había dicho
que era “mi compañero”, le agradecí y salí corriendo al baño a arreglarme, más
bien intentar ocultar la lágrimas, una vez lista baje a la sala, él estaba de
espaldas pero aun así lo pude reconocer, era Alexander, lo que no me explicaba
era como había encontrado mi casa, eso no importaba en ese momento, corrí a el
y lo abrece, el me abrazo aún más fuerte a su pecho, hundí mi cabeza en él, el
solamente acaricio mi cabello, llore y llore hasta que sentí que era demasiado,
entonces me aleje, alce la cabeza y lo quede mirando fijamente a los ojos, me
dijo: “lo he visto todo, no es necesario que me lo expliques ni te disculpes,
aunque debo de admitir que por un momento me dieron ganas de golpearlo, pero en
vez de eso decidí venir tras de ti, sabía que no estarías bien, me di cuenta
por la forma en como lo miraste”, no pude contenerme y lo volví a abrazar, eran
reacciones estúpidas, pero no las podía detener.
Una vez tranquila le ofrecí una taza de café, nos
sentamos a platicar y me dijo que él se ofrecía a partirle la cara Daniel, yo
le dije que no era necesario, que era algo sin importancia a lo que el
respondió: “nadie tiene derecho de besarte situ no lo deseas así”, tenía razón
pero yo no quería hacer este asunto más grande, aun así le di las gracias,
ahora él era mi único amigo, no podía concebir como las cosas pueden cambiar
tan rápidamente de un momento a otro.